Por: Alí Ramón Rojas Olaya

El 24 de mayo de 2024, fui invitado a una reunión del Movimiento Futuro con el sector educativo. Fue propicia la ocasión para repensar la educación.

Simón Bolívar trazó el 15 de febrero de 1819, el modelo político de la Revolución Bolivariana. En ese discurso, leído en Angostura a orillas del Padre Orinoco, nos pide renovar «en el mundo la idea de un pueblo que no se contenta con ser libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso».  Nos dice que «la educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso» y que «Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”.

Bolívar habla de dos acciones fundamentales: «he pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria, el trabajo, y el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad, se alcanza lo más difícil entre los hombres, hacerlos honrados y felices».

Este proyecto pedagógico socio productivo emancipador es el que concreta Simón Rodríguez en 1825 en Bolivia basado en el discurso de Angostura de su discípulo.

Rodríguez desarrolla el concepto de Educación Popular tomando de la Economía dos postulados: «dedicación a ejercicios útiles», es decir estudiar para tener la capacidad de producir alimentos, ciencia y dignidad, en palabras de Kléver Ramírez Rojas, y «aspiración fundada a la propiedad», es decir, el control de los medios de producción en manos del pueblo preparado».

Para Simón Rodríguez, el saber y el trabajo van de la mano: cada fábrica debe ser una escuela, cada aula un taller y un sembradío, porque el aula es el crisol donde se fragua la esperanza. Para este visionario caraqueño, “el Maestro de niños debe ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar mujeres y hombres para la sociedad”. Rodríguez distingue entre profesor, catedrático y maestro:

“Profesor, es el que hace ver, por su dedicación, que se aplica exclusivamente a estudiar un arte o ciencia.

Catedrático, es el que comunica lo que sabe o profesa, sentado en alto.

Maestro es el que enseña a aprender y ayuda a comprender”, en este sentido, para Rodríguez, “el título de Maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es, al que enseña a aprender, no al que manda aprender, o indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda”.

Para Simón Rodríguez, se puede ser profesor o catedrático, pero no maestro, porque “maestro es el dueño de los principios de una ciencia, o de un arte, y que, transmitiendo sus conocimientos,sabe hacerse entender y comprender con gusto; y es el maestro por excelencia, si aclara los conceptos y ayuda a estudiar, si enseña a aprender, facilitando el trabajo, y si tiene el don de inspirar a uno, y excitar en otros, el deseo de saber”.

En esta guerra contra Venezuela que Estados Unidos inflige al pueblo,  las maestras y maestros son el sector que más la padece. Rodríguez, en este asedio del siglo XXI, se dirige a ellas y ellos: «nada importa tanto como el tener Pueblo, formarlo debe ser la única ocupación de los que se apersonan por la causa social».

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