Por: Luis Felipe Pellicer
El 17 pasado se presentó el Movimiento Futuro, bello, almidonado e intelectual. Hermoso, por la gente buena, sensible y “culta” que allí estuvo, pobres con aspiraciones o nostalgias de clase media. Héctor Rodríguez, sin duda, es un dirigente serio, carismático, apropiado. Futuro es un respiradero político urgente.
Disentí del maestro Britto García, de palabra seductora, quien casi me convence del erotismo de la espera por la carnalis consummatio. Me quedo con Elvis: tomorrow will be too late.
Creí mi deber informar que el futuro no existe. Lo sé porque la historia no indaga el pasado. Es falso. Indagamos las hechuras humanas en el tiempo y el territorio. El futuro es una patraña ideológica del tiempo, creada por la modernidad y el socialismo creyente en el dios progreso, un mañana mejor siempre postergado y nunca realizado. Secularización del cielo. Tan internalizado que nos suenan cool: futuro, progreso y nuevo. Todas, armas ideológicas de la civilización de muerte moderno capitalista, inventadas a partir del hallazgo de América. Apenas se dudó del futuro, por los miles de asesinados con la “avanzada” bomba atómica. Qué decir del asesinato en masa de niños en Gaza con drones sofisticadísimos y microchips, hechos con oro venezolano, imagino.
Sugerí la consigna ¡Futuro ya! o una fracción. Lo reitero e invitó a quienes quieran crear una realidad social que satisfaga las necesidades colectivas y execre todas las formas de opresión. Juntos y revueltos. Sin instrumentalizar lo sagrado de la política. Un movimiento con los condenados de la tierra. Intelectuales pelando, motorizados, cachifas, negros, indios, obreros, campesinos, viejos, muchos jóvenes (de buena y mala conducta) y mujeres, muchas mujeres. Con palabra, con disidencia, con diferencias que no nos desigualen. Sin comisarios políticos, sin proyecto predefinido, con filosofía del “como vaya viniendo, vamos viendo”. Como lo hizo Lenin, Bolívar y Chávez.
Propongo una cátedra de pensamiento incómodo y una escuela de cuadros para exorcizar el demonio del consumismo y enseñar buenas maneras, como las de Bolívar y Chávez, quienes transgredieron todas las leyes y todas las convenciones sociales. Para formar patriotas rebeldes, no buscavidas. Me ofrezco para compartir ideas del materialismo histórico de la elegancia, teoría creada por CH. Con Benjamin y nuestros ancestros propongo el Zeit jetzt, mesiánico del pueblo. Acompáñame porque puede suceder.